En primer término, vale recordar que tanto las hojas secas de stevia, como el extracto de las mismas y los steviósidos aislados se emplean en Japón como sustituto natural del ciclamato y la sacarina, constituyendo actualmente un 40% del mercado de edulcorantes.
En distintas presentaciones, se emplea además en otros lugares de Asia, en la zona del Río de la Plata y alrededores en Sudamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil), en México y en Israel.
En Estados Unidos se había prohibido su consumo en 1991 en el marco de un controvertido fallo de la FDA (Food and Drug Administration), viciado de oscuros intereses comerciales. Sin embargo, en 1995 se revió esa medida, y desde entonces se comercializa como suplemento alimentario natural.
En Europa, el uso de la stevia en productos alimentarios está prohibido preventivamente, por encontrarse toxicológicamente no aceptable. A pesar de esto, numerosas instituciones luchan actualmente por su reconocimiento legal, atendiendo a sus probados beneficios para la salud humana.
El consumo de la stevia tiene múltiples vertientes en los países en los cuáles se encuentra autorizado. En el terreno de la cosmética, se la utiliza en geles de baño, cremas rejuvenecedoras y dentífricos, dado su aparente poder contra la formación de caries.
También como edulcorante, en forma de polvo, líquido y en comprimidos. Como medicación natural antidiabética, se ofrece en forma de concentrado, polvo y cápsulas, al igual que como fermentado natural antioxidante.
Además, registra utilidades en el terreno de la veterinaria, utilizándose las hojas en la alimentación de animales de granja, de competición y para mascotas.
Asimismo, los residuos de stevia fermentada son aplicados en terrenos estériles por sobreexplotación con agroquímicos, permitiendo su recuperación y reutilización en pocos años.
En México, por ejemplo, importantes proveedores como Future Foods y Grupo Nutramex comercializan este producto natural.
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